- Parque Nacional de Komodo. Isla de Rinca. Dragones de Komodo. Isla de Bidadari. Templo Ulun Danu Beratan. Hotel Aneka Lovina. Excursión delfines en Lovina. Cascada Git Git. Fruta durián.
Puntualmente estaba esperándonos en su barco el capitán Manjailing con su abierta sonrisa, recogió su ayudante nuestra mochila y se dispuso a zarpar, moviendo el barco con una lanza a modo de gondolero, después arrancó el motor y partimos hacia Isla de Rinca en el Parque Nacional de Komodo. La elección de esta isla no fue casual, es la isla que mas cantidad de dragones de Komodo existen en libertad por km2, hay unos 1.200 ejemplares, por lo que la posibilitad de verlos es casi del 100 %, mientras que en la Isla de Komodo, son muchos los turistas que regresan sin haber avistado ninguno, ¡creo que no me resignaría rodear medio globo terráqueo y venirme sin haber visto ninguno!
El “Tiga Putri”, era una pequeña embarcación utilizada por el padre del Manjailing como barco pesquero, pero ahora como casi todas del lugar, han sido adaptadas para llevar turistas. En la parte delante había instalado dos bancos bajo una lona que resguardaba del sol y las improvisadas lluvias tropicales, al fondo se mantenía el camarote para pilotar la barca y detrás, una pequeña cocina y un retrete, donde puesto en cuclillas, por un orificio en el suelo salían las heces al mar.
El mar por la mañana estaba tranquilísimo, como puede apreciarse cuando divisamos la Isla de Ricla, pero al final de la tarde éste se encrespó, pero para nada inmutó al capitán que seguía en la proa sentado tranquilamente, mientas yo le preguntada si el barco disponía de radio u otro medio de salvamento que no fuera los chalecos salvavidas: ¡No problema, mi padre nunca llevar, siempre volver a casa!, me contestó riendo en un rudimentario inglés.
A las dos horas, aproximadamente, de partir de Labuan Bajo, llegábamos al embarcadero de la Isla de Rinca (se pronuncia “Rincha”), ahí, un cartel te daba la bienvenida en indonesio e inglés. Un estremecimiento invadió mi cuerpo. Un ranger, cuidador del parque, nos esperaba con un palo en forma de horquilla para acompañarnos hasta el edificio de los visitantes que se encontraba como a medio kilómetro, sin querer, la vista se me iba a todos los lugares buscando cualquier silueta o forma parecida al enorme lagarto, pero no fue hasta llegar a los edificios de los guardias del parque, cuando pude encontrarme, no con uno sino con media docena de enormes dragones, que estaban tomando el sol junto a las cabaña, atraídos por el olor de los alimentos que cocinan, según nos dijeron, a través de su lengua bífida, como las de las serpientes, es capaz de percibir olores a varios kilómetros de distancia.
Pasamos a la administración y pagamos la entrada: 15 dólares por la visita hasta 3 días (la nuestra), 25 hasta 8 y 35 hasta 15 días. A esta cantidad hay que unirle 20.000 rupias de tasas para el parque y otras 20.000 Rps como impuesto turístico regional. Si llevas cámara te piden otras 50.000 Rps., la suma total por persona vienen a ser unos 20 euros.
Cuando te presentan al guía te proponen dos itinerarios: De una hora y otro de dos, nosotros elegimos el segundo para tener mas posibilidades de ver dragones totalmente salvajes, ya que los que rodean los barracones, son oportunistas que se han acostumbrado a la presencia humana y a las sobras, ya no hacen nada por cazar por su cuenta, es como si visitases un zoo.
Reunidos con el ranger, en inglés, nos puso al corriente de la vida y costumbre de estos animales en extinción, únicos en el planeta. Nos enteramos que es el lagarto mas grande del mundo, sobrepasando los adultos los tres metros de largo y los 150 kgs. de peso, aunque los mas habituales de la isla sean de 2 metros y cerca a un centenar de kgs., modernas investigaciones lo entroncan con descendientes del género varanus que se originó hace 40 millones de años y quedó aislado en estas islas por la línea de Wallace. Son terribles depredadores capaces de cazar presas de cuatro o cinco veces su tamaño, como búfalos o caballos salvajes de la isla, que incluso se comen entre ellos mismos, en especial a las crías que nada mas nacer, deben huir de sus progenitores trepando a los árboles y permaneciendo allí hasta los tres años, que ya han adquirido un considerable tamaño.
Aunque carecen de audición y su visión es torpe, se valen de su lengua y olfato para acechar a los animales, morderles y trasmitirles sus mas de 30 bacterias que poseen en la saliba, a los pocos minutos, se siente mal la presa y es cuando la atacan, engulléndola sin a penas masticar, incluso los huesos, que con los jugos gástricos se deshacen totalmente, precisamente nosotros pudimos ver algunas deposiciones donde aparecía el color blanco del calcio de los huesos. Afortunadamente los ataques a a los humanos son muy raros, desde que dejaron de alimentarlos con cabras como atracción a los turistas, aún así, hace unos años desaparecieron misteriosamente unos europeos que habían acampado por equivocación en esta isla y se creen que fueron devorados por los dragones, ataques esporádicos si se dan, el ranger que nos acompañó, me mostró una foto en su móvil donde aparece las cicatrices dejadas por un ataque a un compañero suyo.
El apareamiento tiene lugar entre Julio y Agosto y la puesta de huevos un mes después. Escarban madrigueras en el suelo o bajo las raíces de los árboles para esconder sus huevos, a los siete meses eclosionan e inmediatamente la crias trepan a los árboles donde se mimetizan con una piel verde a rayas y se alimentan de insectos y pequeñas lagartijas.
Después de oír estas explicaciones, partimos en fila detrás del ranger, sobresaltados por cualquier ruido en la maleza, que en algunos lugares nos llegaba hasta la cintura. Llevábamos mas de hora y media de recorrido y tan solo habíamos visto monos, un ciervo, alguna ave y un jabalí, pero no aparecía ninguna dragón. Ya empezaba a desanimarme, hasta que el guardia me señaló un nido y cerca, totalmente camuflado, se veía la cabeza del dragón,
ahora comprendo a los extranjeros, que en los toros de los pueblos, se ponen hacer fotos fuera de la barrera como si se tratasen de vacas lecheras. La verdad es que me cegué, mi cámara es una simple Nikon 4600 con un pequeñito zoon y no debía haber sido tan imprudente, menos mal que mi mujer y mi hija, mas alejadas, no se enteraron de casi nada, cuando se lo he contado a mi esposa y ha visto las fotos, me ha llamado de todo menos juicioso. La conducta de un animal salvaje es imprevisible.
Mas adelante aún pudimos ver otro dragón pequeño, en un claro del bosque, con su típico color de camuflaje.
Terminada la visita, nos hicimos fotos con los tranquilos dragones del alrededor de las cabañas e invitamos al ranger y al capitán del barco, a una cerveza en el bar que hay a la entrada del parque, subimos al barco y zarpamos hacia Pulau Bidadari, en indonesio “Isla de Corales”. En la travesía aprovechamos para comer, beber varios tés preparados por el ayudante, mientras el capitán dormía plácidamente sin inmutarse de las olas que empezaban aparecer.
La Isla de Bidadari es también una isla privada con una familia, creo que holandesa, que vive en ella, tiene una preciosa playa de arena blanca y aunque está rodeada de arrecifes de corales, son mucho mas pobres que los de la isla de Kanawa, gran cantidad de turistas de Labuan Bajo vienen aquí hacer snorkel porque se encuentra a tan solo 6 kms., pero personalmente no me llamó la atención, hice tan solo media hora de submarinismo y enseguida tomamos el barco de regreso a Labuan Bajo.
A la mañana siguiente, un taxis nos llevó a las 7 h. al aeropuerto, allí mismo compramos las figuras de madera de los dragones y collares de perlas, es el mejor momento para hacerlo, ya que suponen que has comprado en la ciudad y ahora no te interesa, regateando lo puedes conseguir por la mitad del precio, si realizas todo la compra en una misma mesa.
Pagamos una tasa de 11.000 Rps (1 euro) y salimos para Denpasar (Isla de Bali) donde nos esperaba con las maletas Wayan Adi, que para nosotros mas que un guía de habla hispana era un amigo, habíamos contratado sus servicios por email desde España, pero no nos cobró hasta el final los 45 euros por día, todo incluido, excepto la comida, incluso llevaba agua en su nevera para ir obsequiándonos durante las excursiones. Fue una gozada simplemente dejarse llevar, sin ninguna preocupación, Wayan conoce como nadie las costumbres e historia de Bali y con su carácter alegre y comunicativo, convierte cada excursión en un ameno viaje. Casualmente ha salido hoy, junto a un español en el programa de "Madrileños por el Mundo" que ha dedicado un programa a Playas de Indonesia.
A la hora de comer paramos en un restaurante con menús de comida italiana e indonesia, pagando tan solo 30.000 Rps (2,5 euros) por persona. Terminada la ascensión de unos 2.000 metros, la carretera desciende hasta el interior de un cráter, donde se han formado tres lagos, y en uno de ello, se encuentra uno de los templos mas bonitos de Bali junto a un jardín botánico, es el Templo de Ulun Danu Beratan dedicado a Dewi Danu, la diosa de las aguas y la fertilidad, situado en el promontorio del lago Beratan, el segundo lago más grande de la isla, es el templo que aparece en los billetes de 50.000 Rps que tiene forma de pagoda. Junto a este templo está el Jardín Botánico y unos preciosos jardines.
Desde ahí, ascendimos nuevamente para contemplar, desde un mirador poblado de monos, los lagos Buyan y Tamblingan. Los macacos se te acercarán para que les des comida que varios lugareños venden en el lugar, ¡cuidado con las cámaras y los objetos brillantes, en un descuido los monos te los pueden arrebatar! Pero por supuesto, no del modo que lo hacían en el templo de Uluwatu.
Al atardecer nos dirigimos a Lovina, una ciudad alargada que ha crecido junto a la carretera costera y no dirigimos al hotel Hotel Oneka Lovina Villas & Spa.
Todas las instalaciones están rodeadas de palmeras cocoteras a lo largo de un pasillo con fuentes, que termina en la playa de arena negra, pero de aguas cristalinas. Nosotros únicamente utilizamos los servicios del hotel y la excursión que hicimos para divisar los delfines, pero el trato fue muy amable y acogedor. El desayuno, incluido en el precio, era de tipo bufet muy completo y con mucho para elegir.
El centro de la ciudad de Lovina se encuentra a 20 minutos andando, nada mas salir, encuentras pequeñas tiendas de comida e internet, aunque si llevas tu propio ordenador, en el hotel hay áreas de Wifi gratis. Me llamó la atención que fumigaran toda la vegetación para librar a los turistas de los temibles mosquitos. Un hotel muy recomendable.
Ya en la barca, nos adentramos en el mar mientras contemplábamos la preciosa la gama de ocres, amarillos y anaranjados que cubrían el horizonte mientras amanecía. Al poco tiempo se produjo el primer avistamiento y todas las barcas se dirigieron hacia ese punto, rodeando por completo la manada, que en vez en cuando, emergían dando saltos y piruetas en el aire.
Persiguiendo a la manada y dificultad para fotografiarlos
Fue dificilísimo conseguir una foto decente, así que opté por poner la cámara en modo vídeo, aunque con el riesgo de agotar toda la memoria, ya que nunca sabias por donde iban aparecer, pero por fin lo conseguí.
La cascada tiene unos 40 metros de altitud, y como en todas partes, junto a ella se encuentra un templo. El lugar es fresquísimo y es un espectáculo para los ojos ver tanta vegetación y flores.
Como en todos los sitios turísticos, incluido los templos, hay que pagar, pero a penas son 10.000 Rps., menos que un euro, como nuestro guía, era una persona honrada de total confianza, para no andar siempre con el dinero, le entregué 200.000 Rps y él es el que iba pagando, cuando se acababa esta cantidad, se la reponía, aunque muy meticuloso siempre me entregaba los justificante, esto también tenía una ventaja para mi, ya que muchas veces los precios dependen si el comprador es un nativo o un turista que siempre imaginan rico.
En el mismo puesto aprovechamos para comprar un buen manojo de rambután, una especie de lickys con pelos de sabor delicioso y refrescante, que ya comimos en la Polinesia, fruta que nunca faltó en nuestra habitación durante toda la estancia en este país.
Siguiendo la carretera llegamos a Singaraja, la antigua capital de la isla, cuando ésta era colonia de Holanda, no tiene mucho que ver, a penas han perduradio algunos edificios coloniales y su diseño europeo con grandes avenidas, pero es un buen lugar para comer excelente pescado en unos restaurantes que hay sobre el mismo muelle, el atún asado que nos sirvieron, estaba excelente.