- Islas San Blas. Guna Yala. Kuna Yala. Cómo ir a Islas San Blas. Isla Guanidup. Cabañas Senidup y Tubasenika. Hotel Royal Decameron Resort Panamá.
En Isla Guanidup, Archipiélago de San Blas (Panamá)
Islas San Blas, Guna Yala o Kuna Yala
De estas tres formas se nombra a este archipiélago que se encuentra en las costas panameñas bañadas por el mar Caribe.
Guna en el idioma de sus nativos se lee Kuna, ya que la letra “K” no asiste en su abecedario, lo que da lugar a que en algunas agencias de viajes lo escriban tal como se lee:
Kuna Yala, y finalmente,
Islas San Blas es el nombre que le pusieron los colonizadores españoles.
Esta región esta habitada y gobernada por los indígenas Gunas (Kunas), una tribu procedente de la Sierra Nevada de Colombia, que fueron desplazados hasta Darién por luchas triviales, después a Chepo, de donde fueron expulsados nuevamente por los colonos españoles hasta quedar finalmente asentados en las costas caribeñas y archipiélago de San Blas. Siempre han mantenido sus costumbres, creencias ancestrales, idioma, cultura y artesanía, es chocante ver a sus mujeres vestidas con indumentaria de montaña, unos indígenas asentados en el trópico que invita a llevar ropas mas livianas. Igualmente sus “molas “, bordados geométricos llenos de colorido, tienen similitud con el arte inca.
Mujer guna (kuna) y venta de molas en la isla
En 1924, los gunas o kunas, se autoproclamaron república independiente de Panamá y en 1938 el Gobierno Panameño les otorgó una autonomía que les permite gobernarse y administrar sus propios recursos, excepto el área de la seguridad, educación y sanidad, proporcionándoles el gobierno panameño, escuelas hospitales y fuerzas de seguridad.
Al entrar en su territorio, te piden pasaporte y pagar una tasa de 10 dólares (2 $ los nacionales) como si de un verdadero país se tratase, a la salida, son las fuerzas de seguridad panameña las que revisan el pasaporte y vehículo, para controlar el narcotráfico y la inmigración ilegal.
La vida de estos indígenas es de subsistencia, su economía es comunitaria, utilizan el trueque intercambiando sus productos entre ellos: Los asentados en el continente, producen productos agrícolas y los que los que viven en las 378 islas que forman el archipiélago, aportan pesca y dólares procedentes del turismo.
En algunas islas dedicadas a recibir al turista, se han construido cabañas de cañas con techos de palma y unas precarias infraestructuras para acoger al visitante como un pequeño restaurante, duchas y alguna tienda de artesanía. Estas cabañas son administradas por una familia guna que vive permanentemente allí y que han heredado por linea matriarcal, le ayudan en el trabajo otros indígenas que cambian cada cierto tiempo, todos los ingresos se dedican a cubrir las necesidades cotidianas de toda la etnia: Comprar embarcaciones, combustible, generadores de luz, ropa, enseres para acoger a los turistas...
Las nuevas generaciones gunas (kunas)
La mayoría de ellos viven agrupados en dos islas muy próximas a la costa donde disponen de escuela y dispensario sanitario, junto a sus caciques, que marcan las normas, gobiernan la tribu y distribuyen los recursos, no tienen bienes personales. Aunque lo normal es casarse entre ellos, existen varias parejas mixtas, entre ellas quienes nos recogieron con la lancha: Nixia y Matteo, ella guna y el holandés. Matteo se esfuerza por adecuar la isla a la recepción de turismo que supone una gran fuente de ingresos para la tribu y a inculcarles la limpieza de la áreas comunes.
Los guna son los guardianes de este paraíso de islas de cocoteros, arenas blancas de coral y aguas de todas las gamas del azul y verde turquesa. Aunque estas islas apenas sean mas grandes que un campo de fútbol, no te cansas de hacer fotos, voy a romper mi estilo de publicación y excepcionalmente, subiré la mayoría en tamaño grande, ¡una imagen vale mas que mil palabras!
Isla Guanidup, Archipiélago de San Andrés (Panamá)
Isla Guanidup
Nosotros contratamos la excursión directamente con los gunas (kunas) que disponen de
página web, también lo podríamos haber hecho con cualquier agencia de turismo de Panamá, pero los precios son mas caros al cobrarse su comisión. Igualmente puedes ir en tu propio auto, en taxi o avioneta que aterriza en la isla El Porvenir y una vez allí, contratar la estancia, pero puedes encontrarte que te lleven a otra isla distinta de la que solicitas por estar todas las cabañas ocupadas, mi recomendación es que lo hagas directamente con los gunas, a través de E-mail: sanblasexperience@hotmail.com o por teléfono: (+507) 6031 – 7498 y (+507) 6618 - 0505
Hay varias islas disponibles para acoger a los turistas (waga), nosotros contratamos el alojamiento en Cabañas Senidup, ubicadas en la isla de Guanidup, en una cabaña para los tres por 136 dólares persona. El paquete turístico incluía transporte en en taxi desde el hotel de Ciudad de Panamá hasta el embarcadero de Garti Tupile, lancha hasta la isla, alojamiento y todas las comidas menos las bebidas, que no tenían un precio excesivo: 1,5 $ los botes de refrescos, 2 $ las cervezas y 0,75 $ el café, excepto en el desayuno que estaba incluido en éste.
A las 5:30 h., puntualmente, vino un taxista con un todo terreno a recogernos al hotel. Dentro de la Ciudad de Panamá subió a otra pareja de panameños y nos dirigimos a un supermercado para comprar snaks y bebidas alcohólicas para la tertulia de la noche en la isla. Es algo que recomendamos hacer, nosotros ya íbamos provistos de una botella de vino y buen coñac español.
Amaneciendo y carretera hacia Guna Yala
Ya amaneciendo, dejábamos la Ciudad de Panamá y tomábamos la carretera Panaméricana hasta el pueblo El Llano, donde nos desviamos a la izquierda hacia el Norte, para adentrarnos por una carretera que asciende hasta la cima de la cordillera. Es una carretera estrecha, asfaltada, excepto unos minúsculos tramos en las vaguadas, supongo que en espera de meter tubos para dar salida al agua de la lluvia. Pronto topamos con un cartel que nos anuncian que entramos en la comarca Guna Yala, en una pequeña caseta debes pagar el impuesto de 10 $ por persona (2 $ los turistas nacionales), 5 $ los coches y enseñar los pasaportes. No autorizan pasar mas tarde las 19:00 h y si no llevas un coche 4x4.
Nada mas atravesar la supuesta aduana, la vegetación aparece exuberante, intacta, el mejor lugar para contemplarla es en cima de la cordillera, en una especie de improvisado mirador, donde se divisa abajo el mar Caribe.
Entrada al territorio de Guna Yala y mirador de la cima
Ya en la costa, la carretera se divide en dos carriles sin asfaltar, que llevan a los embarcaderos Garti Sultupo y Garti Tupile, desde éste último, partía nuestra lancha. La duración del viaje desde Ciudad de Panamá hasta aquí es de 3 horas.
La primera impresión, al ver la suciedad el embarcadero, es pensar que te has equivocado de lugar, hay botellas y basura por todas partes, el agua se presenta turbia por la desembocadura próxima de un río, esto cambia nada mas que te alejas de la costa, el agua se vuelve de un espectacular color turquesa intenso que contrasta con el azul claro del cielo.
Suciedad y embarcando en el puerto de Garti Tupile
A la llegada al embarcadero nos estaban esperando Mixia y Matteo, subieron nuestro equipaje, nos pusieron el chaleco salvavidas y partimos hacia la isla. El mar estaba un poquito picado, y en vez en cuando, nos salpicaba el agua.
Minúscula isla habitada y empapados a la llegada
En el camino, nos cruzamos con una minúscula isla donde vive una familia guna de pescadores, no tiene vegetación, el único refugio del implacable sol y lluvia son dos cabañas de cañizo y ramas de palmera. Está elevada a tan solo unos centímetros del mar ¡no me gustaría estar aquí durante una tormenta tropical!
Pronto divisamos nuestra isla, es una preciosidad, llena de cocoteros y rodeada de arena blanca, supera a cualquier postal de promoción turística.
Llegando a la idílica isla de Guanidup
Encontrar información de la isla Guanidup en internet fue un problema, ya que en algunos sitios aparece como Kuanidup, en otros como Cabaña Senidup o como Cabaña Tubasenika, incluso como Isla Franklin. Tanta confusión de nombres lo aclaré allí: La isla realmente se llama Guanidup, pero un tiempo se escribió tal como se leía con K (Kuanidup), hasta que los indígenas protestaron por que esa letra no figura en su alfabeto y debía escribirse Guanidup.
Desembarcado en la isla de Guanidup
Esta isla, aunque no mas grande que un campo de fútbol, esta repartida entre dos familias gunas, una familia ha nombrado a sus cabañas Senidup y la otra Tubasenika, pero esta última es mas conocida por Isla Franklin o Fyanklin, otro extranjero casado con una guna que promocionó mucho estas cabañas.
Cartel de Cabañas Tubasenika y alambrera de separación
La separación física entre las cabañas Senidup y Tubasenika es una alambrera, pero todos pueden pasear por la isla y bañarse en cualquier lugar de ésta, únicamente que para comer, dormir, ducharte... y otros servicios incluidos en el paquete, debes hacerlo en la zona de las cabañas donde contrastaste la estancia.
Al medio día, llegábamos a Isla de Guanidup, unos gunas ayudaron a descargar nuestras pertenencias y nos llevaron a nuestra cabaña.
Exterior e interior de nuestra cabaña
Quien espere lujos de ha equivocado de lugar, es una sencilla choza de cañizo con tres camas y el suelo de tierra. Hemos tenido suerte, nos ha tocado una cabaña auténtica de caña, que deja pasar por la noche la fresca brisa del mar, hay otras reformadas con madera, mas íntimas, pero sofocantes.
Cabañas Senidup de Isla Guanidup, Yuna Yala
Igual de sencillas son el resto de instalaciones, unos servicios con un pequeño lavabo, sanitario y ducha de agua semidulce que desciende desde unos bidones de plástico azul situados en su techo, un modesto cobertizo que sirve de comedor, una vivienda de madera y tejado de chapa donde vive la familia guna cuidadora de las cabañas y vende sus “molas”, una red para jugar a balonvolea y poco mas, todo muy precario ¿pero qué mas se necesita para disfrutar de este paraíso?
Servicios comunes de las Cabañas Senidup
A penas habíamos dejado el equipaje, cuando el sonido de una caracola nos llamó para acudir a comer un sencillo plato a base de arroz, pollo y ensalada.
Llamada para comer y plato de comida guna
Para la noche reservamos unas langostas, que se pagaban a parte, y nos fuimos a recorrer la isla, cosa que se hace en 10 minutos.
Varios niños kunas, con otros pequeños turista, jugaban entre las palmeras con un mar multicolor de fondo.
Niños gunas jugando con otros niños turistas
Gran cantidad de conchas de caracolas aparecían escampadas por la playa. La caracola de mar es un plato exquisito asadas a la plancha pero hoy no tenían, nosotros lo habíamos probado en Isla Mujeres (México) y aún lo recordamos.
Conchas de caracolas por toda la isla
Los turistas tomaban el sol embadurnados en crema solar
Posando en la isla paradisíaca
o bajo la sombra de una palmera, mientras un amigo inmortaliza ese paraíso que les parecerá increíble a cuantos se lo enseñen,
Fotógrafo inmortalizando el idílico lugar
pero sin duda, para mi, las mejores son esas fotos del atardecer
Atardecer en la isla de Guanidup, San Blas
o del amanecer, que nunca me pierdo en mis viajes, para ver desperezarse la naturaleza y los animales.
Las gaviotas comienzan a desperezarse
El día se nos pasó entre baños, paseos, viendo jugar a nuestra hija y haciendo nuevos amigos.
Reposando en la arena de coral y jugando a voleibol
La sorpresa nos llegó cuando fuimos a cenar y nos dijeron que no habían podido pescar langostas. No me lo podía cree, minutos antes había fotografiado la jaula donde las guardaban.
Jaula de langostas y cenando el pescado del menú
Luego me aclararon que éstas pertenecían a las otras cabañas, así que después de cenar me dirigí al comedor de Cabañas Tubasenika para hacer la reserva de la comida del día siguiente. Puedes comer indistintamente en los comedores de ambos grupos de cabañas, siempre que no se trate de la comida incluida en el paquete y pagues este servicio extra.
Y por supuesto, terminamos comiendo tres langostas acompañadas de un vino español, tempranillo Crianza 2009, traído expresamente para la ocasión.
Langostas elegidas para comer
Entre las tres pesaron casi 2 kgs. pero únicamente nos cobraron 30 $, como si hubieran sido 3 libras, incluido un plato de patatas (papas) y ensalada de acompañamiento.
Degustando las langostas con buen vino español
Lo mas curioso es que “casi las pesqué”, me explico, por la mañana, mientras mi esposa e hija se bañaban, yo me dedique hacer snolkel en unos corales que se encuentran al Este muy próximos a la playa, no son una gran cosa ya que están muertos y ahora comienzan aparecer nuevos, tampoco vi gran cantidad de peces tropicales, nada comparable con lo que he podido ver en México, Indonesia o por supuesto, en Gran Barrera de Australia. Tan solo avisté una estrella de mar que luego se convirtió en el motivo de todas las fotos, pasando de mano en mano de los turistas, hasta que la devolví al mar. Entre foto y foto, se debe sumergir la estrella para mantenerla viva.
Estrella encontrada haciendo snorkel
Pero en una de mis inmersiones, encontré un billete de 20 dólares entre los corales. Hasta que no lo toqué pensé que era una copia, pero resultó totalmente auténtico, ya que el papel moneda no se degrada ni se destiñe en el agua de mar, así que con el billete casi pagamos las langostas y nos salieron casi gratis “como si las hubiésemos pescado”.
De nuestra estancia, también queda como recuerdo la velada nocturna con otros compañeros de viaje, que estuvimos tomando nuestro coñac o ron, mientras nos reíamos con los chistes o las ocurrencias de Mohamed, en realidad se llamaba otro nombre, pero para simplificar nos llamábamos mutuamente Mohamet y Pepe, un árabe muy particular que se pasaba todo el día bebiendo “balboas”, hasta que nuestro coñac terminó por tumbarlo.
Tras el cierre del generador que producía la electricidad, el silencio invadió todo y la isla recobró su encanto bajo un manto estrellado que me recordó nuestra
estancia en la isla de Kanawa en Indonesia.
Limpieza matutina de la playa y restos de una juerga nocturna
Pero no fuimos los únicos que hicimos nuestra velada particular, a la mañana siguiente, cuando limpiaban la playa iban apareciendo los vestigios de las juergas.
El resto de la estancia transcurrió disfrutando del idílico lugar. Puedes pasar el tiempo ensimismado mirando la multitud de tonalidades azules y verdes del mar o tumbado sobre la inmaculada arena de coral, a la sombra de un cocotero, con el peligro, que el murmullo de las olas te arrulle hasta caer irremisiblemente rendido por el sueño.
Dejando atrás el paraíso de isla Guanidup
Después de comer tomamos nuevamente la lancha para regresar. Con añoranza, dejamos atrás el paraíso mientras nos dirigimos a Isla Aguja, otra isla muy semejante, pero no tan auténtica, con cabañas y servicios mas refinados para turistas.
Isla Aguja y desembarco en la isla
En el regreso, pasamos frente a las islas donde vive la mayoría de la etnia guna, sin turistas, con chozas apretujadas sin palmeras, donde desentonan los edificios gubernamentales (escuelas, centro médico...) en ladrillo rojo. Aquí repostamos y nos dirigimos al puerto donde nos esperaba el taxista para devolvernos a nuestro hotel.
Isla de la población Guna y surtidor de combustible
A las 6 de la tarde, ya de noche, llegábamos a Ciudad de Panamá. Las luces de la ciudad y el movimiento del taxis dieron como resultado esta artística foto.
Silueta artística de Ciudad de Panamá anocheciendo
El día siguiente y los dos últimos, lo dedicamos a visitar la Ciudad de Panamá, pero unificaré los relatos al final, para que resulte de mayor claridad y utilidad a cuantos copian y se llevan nuestros posts como guía de viaje.
Pabellones del Hotel Royal Decameron Resort Panamá
Hotel Royal Decameron Resort Panamá
Cuando planificamos el viaje destinamos tres días para descansar en un resort Todo Incluido, sin dudarlo pensamos en el
Hotel Royal Decamerón Panamá, ya que la conocíamos por
habernos alojado en esta cadena en Colombia y además, tiene fama de ser el mejor resort Todo Incluido de Centroamérica con las instalaciones mas completas. Escogimos nuestra estancia del lunes al jueves, ya que el fin de semana, además de ser mas caro hay mas aglomeración de personas, especialmente turismo nacional y colombianos que acuden al hotel por motivos de celebraciones familiares o aniversarios.
El Royal Decamerón Panamá se encuentra en Playa Blanca, a unos 120 Kms. de la Ciudad de Panamá, cerca a una hora y 45 minutos del Aeropuerto de Tocumen.
Para ir desde la Ciudad de Panamá al hotel Decameron puedes ir en autobús público o en taxis por un precio de 100 a 150 dólares. Nosotros lo hicimos con transporte público desde la Estación Nacional de Transportes (Gran Terminal de Albrook), sacamos un billete en la ventanilla B-23 de
Transportes Unidos Antón (6 dólares). En la plataforma 52 tomamos el autocar con el rótulo ANTON y te deja en la puerta del Lobby 1 del hotel. Salen cada media hora, de las 5:30 a las 15:30 h. de la tarde y el viaje dura de 1:45 a 2 horas.
Aunque el registro (check in) del hotel es a las 15 h. te permiten utilizar los servicios y guardar las maletas hasta la entrega de la habitación. El hotel ocupa una amplia zona ajardinada, con enormes árboles que han perdurado de la flora original entre el que destaca un centenario corotu, que justo se encontraba delante de nuestra habitación. Seguro que en tu estancia te encontrarás con inofensivas iguanas o pavos reales que corretean por los cuidados jardines.
El centenario corotu y un pavo real e iguana en el jardín del hotel
Las habitaciones e instalaciones se asientan en dos líneas de edificios, el primero a nivel del mar y el segundo sobre una pequeña colina con vistas a la playa a modo de mirador. Otra inmensa zona es ocupada por un campo de golf y villas de vacaciones, que agentes de ventas, se encargan de promocionar entre los huéspedes del hotel.
Playa del hotel y segunda línea de edificios
El hotel está asentado en Playa Blanca, una playa que su nombre lleva a equívoco, ya que su arena es gris, incomparable con las playas caribeñas de corales, de aguas turbias y algo frías como lo son todas las del océano Pacífico, aún así, resultan mas cálidas que otras por su especial microclima.
Habitación y baño del hotel Royal Decameron Panamá
Pero lo mas destacable, de todo el complejo hotelero, son la gran cantidad de instalaciones, lo bien cuidadas que están y su esmerado servicio. Cuenta con nada menos que mil habitaciones. La nuestra era amplia y luminosa con tres camas individuales, mobiliario de madera maciza, decorada con cuadros coloristas de estilo caribeño, armario empotrado y televisión de pantalla plana. El baño, de mármol, era con ducha. Hay acceso a internet desde la habitación y otras áreas, previo pago, y gratuito desde los tres Lobbys (Recepción). La limpieza impecable, con cambio de toallas diarias.
Piscina Los Congos y bar Nega Nega del hotel
En el recinto hay 8 piscinas con distintas profundidades, y en torno a ellas, sombrillas y hamacas para tomar el sol o bares para degustar tragos y cócteles internacionales como cocoloco, daiquiri, piña colada, bloody mary... o propios como Decameron royal, playa blanca, rumba Decameron, lord Panamá... éste último me encantó, es como un cubalibre, pero en vez de coca-cola ponen té.
Restaurante buffet Atlantis y Restaurante Cayuco
Si lo que deseas es comer, puedes hacerlo en los restaurantes buffets sirviéndote tu mismo: Atlantis (muy saturado) y Pacifiko con noches temáticas o bien en los otros ocho a la carta: El Cayuco (carnes), El Canal (mariscos), Mogo Mogo (comida tailandesa), Café Med (mediterránea), Kontiky (asiática), Pesca del Día (pescado), Sushi Samba (estilo tepanyaki) y Panamai (italiana).
Restaurante Café Med y platos del restaurante Panamai
Nosotros cenamos en el Cayuco, Café Med y Panamai, cada uno de los días, respectivamente. Por las noches, nos gusta en los resorts, cambiar el pantalón corto por indumentaria mas formal y probar platos mas elaborados que en los buffets, donde suelen ser muy repetitivos. Para hacer la reserva se debe acudir a cualquiera de los tres Lobbys a partir de las 7 de la mañana, las plazas aunque hayan varios turnos, son limitadas.
Durante el día otras actividades rellenan el tiempo para los mas jóvenes e inquietos. Nuestra hija es la única que participa en algunas de estas actividades, pero las hay para toda la familia como ejercicios gimnásticos y aeróbicos, juegos de competición y deportivos, bailes... A nosotros nos gusta conversar con otros huéspedes, como los integrantes de la Asociación de Sordomudos de Panamá que se encontraban disfrutando de vacaciones en este resort.
Actividades deportivas y Asociación de Sordomudos de Panamá
pero lo que nunca nos perdemos, son los
shows nocturnos realizados por los monitores y animadores, que están a la altura de cualquier espectáculo comercial. Es un momento divertido para toda la familia que luego recordamos de vuelta a casa. Un diez para estas chicas y muchachos, son verdaderos artistas.
Shows nocturnos realizados por los monitores y animadores
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