- Viaje a Panamá por libre. Vuelo a Panamá con Iberia. Traslado del aeropuerto a Panamá. Hotel Benidorm. Qué ver en Portobelo.
Cuando visitamos Costa Rica, lo ideal hubiera sido aprovechar el viaje para visitar Panamá, dos países pequeños y limítrofes, es lo que suele hacer muchos viajeros para ahorrarse un vuelo, pero eso requería disponer de al menos una semana mas y nuestra hija no podía perder mas días de taller, así que decimos posponer la visita para otra ocasión, que no tardó en presentarse al enterarnos de una promoción de Iberia que por tan solo 430 € ida/vuelta, con tasas incluidas, nos llevaba en vuelo directo a Ciudad de Panamá.
A las 11:55 h., muy puntuales, salíamos de la T4 del Aeropuerto de Barajas (Madrid) en el vuelo IB 6361, uno de los cinco vuelos semanales que unen España con Panamá, un emergente destino turístico que cada día esta demandando mas conexiones con Europa. El avión era un Airbus A340-600, una aeronave con capacidad para 350 pasajeros, con una configuración de 2-4-2 en la clase turística. La separación entre butacas era bastante buena por lo que resultó cómodo el viaje de 11 horas de duración.
Pasada la primera hora de vuelo nos sirvieron un almuerzo caliente, a elegir entre pasta o arroz, cogí el último con un sabor mezcla entre risotto y paella bastante apetecible. Al plato principal le acompañaba ensalada, pan, mantequilla, bebida y café o te. Las bebidas alcohólica como cerveza o un excelente vino templanillo, no tenían ningún coste adicional, incluso unos jóvenes ingleses delante de nosotros, repitieron vino. El trato de las azafatas fue muy amable y correcto, nada tenía que ver con aquellas malhumoradas auxiliares de vuelo, entradas en años, que nos han tocado en otros vuelos, parece ser que Iberia esta cambiando.
Durante el trayecto vimos dos películas de estreno, lástima que sea en pantalla colectiva y no individual para tener mas posibilidad de elección, ya han comenzado la renovando su flota en este sentido.
Cuando estábamos sobrevolando la República Dominicana, donde reconocimos la ciudad de Santo Domingo, nos sirvieron una merienda consistente en un bocadillo de jamón dulce, un yogout, una pasta, un kitkat, bebida y café o té
Para librarte de este monopolio de precios abusivos hay un truco: Dirigirse a Salidas y hacerlo allí cuando los taxistas dejen a los viajeros. Así lo hicimos nosotros, como ya era de noche, en la zona ecuatoriana lo hace muy temprano, por seguridad tomamos un taxis, negociando el precio y por 20 dólares, mas 2,60 $ de peaje nos llevó directamente a nuestro hotel, sino nos hubiera costado 35 € mas 0,60 € por maleta. El taxista José Vergara ( Tel. 507- 66839717) resultó ser una persona honesta que recomendamos.
Llegamos al hotel Benidorm, dejamos las maletas y nos dio tiempo para visitar El Machetazo, un gran supermercado que se encuentra enfrente del hotel, allí compramos una Tarjeta Metrobús, bebidas y snaks para el viaje del día siguiente.
Cenamos en el Restaurante Romanaccio, que ocupa los bajos del hotel, donde desayunamos todas las mañanas con el vale que nos proporcionaba la recepción del hotel. Este restaurante es de comida italiana con muy buenas pizzas, lasaña, cocina y precios, el filete de carne a la plancha con cebolla confitada es una gozada.
Hasta hace muy poco Panamá únicamente era un país de paso hacia Centroamérica sin ningún interés turístico, tan sólo era conocido por su canal y compras, su destino era controlado por Estados Unidos que impuso su moneda, sus costumbres y estilo de vida. pero desde que en el año 2000 se traspasó el canal al gobierno panameño, las cosas han cambiado radicalmente, ahora es un país emergente sin dependencia financiara de Estados Unidos. Su canal es un chorro diario de divisas, para hacerse idea, me comentaba Roger un controlador del Canal, “cada viajero de un crucero paga 134 dólares por cruzarlo ¡hágase usted la idea de los dólares que se recaudan!”. Hasta ahora el record de peaje lo ostenta el crucero Norwegian Pearl que pagó 430.000 dólares (313.347 €) por usarlo y en cuanto a buques, el carguero de contenedores MSC Fabienne que abonó 317.000 dólares (231.000 euros) de peaje. El tráfico es constante, entre 35 y 45 embarcaciones diarias, debiendo esperar una larga fila para atravesarlo, lo que ha motivado la ampliación y creación de otra nueva vía, para así disuadir a otros posible competidores, como los países centroamericanos de Nicaragua, Honduras y Guatemala, que quieren construir nuevos canales. La obra de ampliación es ingente, precisamente, llevada a cabo por Sacyr, una empresa española, todo el mundo nos lo recordaba cuando nos preguntaba por nuestra nacionalidad, ahora, después del reciente problema surgido entre el Gobierno panameño y la constructora española, supongo que nos mirarían con peor talante.
Panamá es un país en plena desarrollo, solo hay que mirar la cantidad de grúas y obras en ejecución en todas partes que se asemeja a la España de diez años atrás. Las inversiones extranjeras llegan con fluidez a este país de leyes permisivas, algunas, según nos comentaron, atribuidas al blanqueo de capitales que antes lo hacía en Venezuela, pero ahora, debido a la inseguridad política, los desplazan hacia aquí. Estas inyecciones de capital quedan plasmadas en zonas de la Ciudad de Panamá como Cinta Costera y Punta Pacífica, de edificios asombrosamente innovadores, a la altura de las mas modernas ciudades del mundo, su crecimiento y desarrollo supone un PIB anual que raya el 10 %.
El sector turístico antes infravalorado y olvidado, en una labor encomiable de la Autoridad de Turismo de Panamá, en estos tres últimos años, ha promocionado este destino hasta recibir en el pasado año a 2,2 millones de visitantes, lo que le ha supuesto 3.308 millones de dólares para el país. Panamá tiene verdaderas joyas turísticas en bruto que deben ser talladas adecuadamente: Las zonas coloniales del Casco Viejo, Ruinas de Panamá Viejo y Portobello; las paradisíacas islas caribeñas de San Blas (Guna Yala) y Bocas del Toro; Costas vírgenes atlánticas; Parques Nacionales como Darién e isla Coiba y zonas volcánicas como Barú. Todas estas zonas deben ser adaptadas adecuadamente con buenas infraestructuras para recibir el turismo, pero preservando su idiosincrasia y autenticidad que buscan los viajeros, su vecina Costa Rica les puede enseñar mucho, el paisaje es idéntico pero bien cuidado por los ticos.
Me asombró en la parte caribeña la gran cantidad de basura que hay por todas partes. Esta anécdota lo dice todo: En el viaje de Sabanita a Portobelo, subió una señora al autobús con la bolsa de la basura, y con toda naturalidad, en medio del viaje, la tiró por la ventana. Falta una campaña de mentalización nacional.
Hay muchas carencias que deben corregirse para favorecer el turismo, por ejemplo es incompresible, que en la Ciudad de Panamá no haya transporte público que llegue hasta la misma terminal del Aeropuerto y no se vendan allí tarjetas de Metrobús; que el tren que une Ciudad de Panamá con Colón tenga tan solo una frecuencia; que en la carretera hasta Islas de San Blas (Guna Yala) hayan minúsculos tramos sin asfaltar...
Pero aún, así os invito a viajar a Panamá, hay mucho por descubrir, tiene una vegetación exuberante y unas islas en el Caribe que evocan el paraíso. Sus gentes, aunque parcas en hablar, de carácter mas tímido que comunicativo, son correctos y amables, dispuestos ayudarte si la iniciativa parte de ti. En la zona atlántica, de piel negra o mulatos, les encontré mas alegres y dicharacheros.
Ahora es el momento de visitar el Panamá virgen y auténtico, antes que las masas lo invadan todo.
Las habitaciones del hotel son amplias y limpias con aire acondicionado, cambian las toballas diariamente. No disponen de frigorífico, pero al final del pasillo hay un dispensador de cubitos de hielo, que puedes poner en unas jarras de la habitación para enfriar tus propias bebidas. Tiene caja de seguridad, parking propio, Wifi y cuarto para dejar el equipaje (gratuito), a nosotros nos cuidaron las maletas mientras visitamos las Islas de San Blas (Kuna Yala).
Aunque una de sus fachadas da a una de las calles muy transitada, el ruido es amortizado por el doble acristalamiento de las ventanas y a penas es audible. Ofrecen un buen desayuno que lo sirven en el Restaurante Romanaccio con una entrada directa desde Recepción del hotel. Puedes elegir entre 8 tipos de menús: Filete de carne, hígado encebollado, varios tipos de tortillas o huevos revueltos, pan tostado, zumo, café o té. Cuando esta cerrado el restaurante, por descanso del personal, te dan un vale para que desayunes en el cercano hotel Veracruz.
Pero lo mejor de todo es el precio tan económico y el trato amable que dispensan todo el personal, empezando por la dirección, Patricia y su hermano, que nos hicieron sentir en familia. No busquen lujos, todo es sencillo y funcional, pero con una inmejorable relación servicios-precios y un trato de lo mas cordial. Totalmente recomendable.
Portobelo
A la mañana siguiente después de tomar el desayuno, nos dirigimos por la calle 30 hacia la Av. Central, cruzamos la calle y tomamos el bus en la parada de la Cuchilla de Calidonia, hacia el mall Albrook. Preguntamos por el pasillo que comunica con la Terminal Nacional de Transporte, que se encuentra en el mismo edificio, pero nos encontramos con unos tornos donde debes introducir una tarjeta o un bono para pasar, para no perder tiempo se la pedimos a un joven y le dimos el importe a él (15 céntimos de dólar), no lo quería tomar.
Dentro, nos indican un autobús con el rótulo COLON, que no sale hasta no estar lleno, no tiene horario. Afortunadamente somos de los últimos en subir y ocupar un asiento, ya que durante el trayecto hasta Sabanitas va haciendo paradas y subiéndose gente de pié. No se paga al subir, pasa un cobrador, el billete cuesta 3,15 $. Entablamos conversación con la vecina de asiento y le dijimos que nos indicase donde teníamos que bajar en Sabanitas, ya que el autobús llega hasta Colon. Una hora y cuarto después llegábamos a la parada de Sabanitas que está enfrente de Supermercados Rey.
Justo aquí, se toma un “diablo rojo” con el rótulo PORTOBELO, se trata de una autobús fácil de identificar, ya que es el típico bus de transporte escolar que aparece en las películas americanas, pero en vez de amarillo, aquí esta rotulado con grafitis multicolores, que representan los mas variopintos temas: Fotos, películas, animales... no es menos su interior, profusamente decorado con frases como estas que fui apuntado: “Recordar es vivir”, “De que me vale mentir”, “Solo quedan los recuerdos”, “Dios va conmigo, quién contra mi”... Estos autobuses fabricados por la compañía americana Blue Bird Body y revendidos de segunda mano a Panamá, originaban numerosos accidentes por los que se les apoda “diablos rojos”.
El silencio que traíamos en el viaje de Ciudad de Panamá, con las cortinas cerradas mientras veían una película en inglés subtitulada, ahora se transformó en una música caribeña a todo volumen, acompañada de imágenes en las pantallas, incluso el cobrador llevaba un DVD individual y gesticulaba con los brazos siguiendo el ritmo. Es cuando adivinas, que los panameños de esta zona tienen un carácter distinto, no solo por el color de su piel mas oscura, sino por su desinhibición y alegría, noté que les gustaba llevar oro en cadenas o en fundas de este metal en sus dientes.
Nada mas dejar Sabanitas y otros dos pequeños núcleos urbanos de pequeñas casas con tejado de chapa, nos adentramos en el campo de tierras rojizas y pastizales hasta llegar a María Chiquita, un pueblo costero, donde junto a la carretera se van sucediendo pequeñas casitas y muchos rótulos de ventas de parcelas, es el Caribe, aunque la selva llega hasta el mismo verde del mar y haya mas rocas que arena blanca. La estrecha carretera que bordea el mar acaba en Portobelo. El trayecto duró unos 25 minutos y el billete nos costó 1,6 $.
Portobelo es un minúsculo pueblecito estratégicamente situado en una bahía natural que tuvo una gran importancia en los tiempos de la conquista de América. Se fundó en 1597 y servía para guardar y embarcar los metales preciosos traídos de Perú rumbo a España. Estos eran previamente transportados en barco hasta el Pacífico y desde ahí llevados a lomos de mulas, a través de la selva, hasta el mar Caribe. Para defenderlo de los piratas, como el famoso Francis Drake que murió aquí en un ataque, se construyeron tres fortificaciones, dos que cortaban el paso de la bahía y otra junto a la ciudad.
Hoy día se pueden admirar estas fortificaciones y otras ruinas como los Fuertes de S. Jerónimo y Santiago de la Gloria, su Real Aduana y la Iglesia de S. Felipe, que están junto al pueblo de Portobelo. El fuerte San Fernando queda al otro lado de la bahía, accesible únicamente por barco y casi comido por la selva. Estos monumentos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.
El Fuerte de Santiago, junto con el de San Fernando, protegía la entrada de la bahía, con una muralla que ascendía por la montaña, en él vivía el alcalde y se asentaba el polvorín, aún se aprecia una fuente de la que se abastecían los moradores. En las rocas se aprecian los corales, ya que la piedra utilizada fue extraída de los arrecifes cercanos. Ahora lo estaban restaurando, no se paga entrada por visitar ninguno de los fuertes.
El Fuerte de San Jerónimo está en el pueblo junto a la Aduana Real, restaurada por España recientemente (5 $ la entrada), fue proyectado por Antonelli en el s.XVII, consta de una batería de cañones, almacenes de pólvora y un aljibe de agua, esta protegido por el mar y un riachuelo. En este riachuelo ha perdurado un puente perteneciente al Camino Real.
Otro monumento para visitar es la Iglesia de S. Felipe, una iglesia colonial, donde se guarda el Cristo Negro, una imagen de este color y larga cabellera, de gran devoción. Según dice la leyenda, fue traído desde Cartagena de Indias, y el barco quedó inmovilizado hasta que no fue desembarcado el Cristo y colocado en este lugar.
Visitando el pueblo y conversado con los extravertidos lugareños, procedentes de los esclavos jamaicanos, encontramos un monumento a la cruz, de tiempo de los colonizadores, le ponen flores y adornan el 14 de Septiembre, día de la Santa Cruz, una tradición que también celebramos en mi pueblo.
Fue Julian, uno de estos lugareños, quien nos dio aprobar la fruta anón muy semejante a nuestra chirimoya pero mas grande y nos recomendó la Fonda Adamilcar, frente a la plaza de la Iglesia, donde comimos una corvina frita con patatas (papas), fresca y muy barata, pero no disponen ni de postre ni de café, debes ir a tomarlo a otro lugar. Comiendo coincidimos con tres jóvenes españoles, uno se había casado con una panameña y ahora estaba mostrando Panamá a los otros dos amigos.
Teníamos pensado regresar a Colón y tomar el tren que circula paralelo al canal hasta Ciudad de Panamá, pero un guardia nos advirtió de lo inseguro que era Colón y decidimos volver en Bus hasta Ciudad de Panamá haciendo transbordo en Sabanistas.
Aunque descartamos un bus por estar lleno, terminamos en otro, que además de lento, dos terceras partes del viaje lo hicimos de pie.
Desde la estación, aunque se puede hacer en un “diablo rojo”, tomamos un taxi para ir a visitar y cenar en las islas Flamenco y Perico, comunicadas por la Calzada Amador o Causeway, un paseo que se creo con los escombros de la construcción del canal. Los restaurantes son muy caros, pero es precioso ver desde alli iluminados los altos edificios de la Cinta Costera. Hay dos restaurantes a precio asequible: Mi Ranchito y Pizza al Leño en isla Perico, nosotros lo hicimos en éste último por 52 $ una pizza familiar, bebidas y postre para los tres. La vuelta la habíamos concertado con el mismo taxista que nos llevó, Iraldo Sabgur (tel. 65043116), nos trasladó por 6 dólares al hotel.