- Tour por la Isla de Pascua. Plataforma de Ahu Vaihu. Canteras del volcán Rano Raraku. Plataforma de moáis de Ahu Tongariki. El Ombrigo del Mundo. Playa de Anakena.
Después de desayunar, acompañados esta vez de la dueña del hostal, Cecilia, una agradable y culta nativa, visitamos la plataforma Ahu Vaihu al borde de una pequeña bahía.
Aquí se aprecia los signos de la destrucción de los ahus (altares de moáis), por la guerra que comenzó debida a la disputa por la posesión de las tierras entre los pobladores de la costa (pescadores) y los del interior (agricultores).
Se cree que la superpoblación agotó los recursos de la isla e incluso se dió el canibalismo, cosa difícil de creer, si se observa el gran amor que tienen a los animales: los caballos cuando son viejos no los sacrifican sino que los abandonan en las praderas hasta que fallecen de muerte natural. Se pueden ver muchos caballos muy viejos vagando por las praderas.
Este amor por los animales es también extensible a la naturaleza. Los isleños, amantes de su tierra, han organizado grupos de voluntarios que se han repartido la isla en sectores y en su tiempo libre se dedican a limpiar ésta de plásticos, botellas, latas o desechos de los turistas. Los desechos de los residuos sólidos o peligrosos, como las pilas alcalinas, es su gran asignatura pendiente que amenaza con contaminar los acuíferos que abastecen de agua potable a la población. Chile una vez mas, se desentiende del problema y únicamente reciben ayuda de sus hermanos ricos de Tahití aceptando los contenedores de estos residuos enviados por vía aérea o marítima.
Seguimos dando la vuelta a la isla, por la única carretera asfaltada y todavía inacabada, hasta las laderas del volcán Rano Raraku, cantera donde se tallaron 887 moáis, algunos todavía sin terminar.
Aprovechamos para comer y nos dirigimos a la impresionante plataforma Ahu Tongariki, de 15 estatuas (moáis) costeada su restauración por los japoneses. Y desde aquí al Ombligo del Mundo, enormes piedras en forma de bolas que con su fuerte magnetismo son capaces de desorientar a las brújulas.
Finalmente acabamos el día en la playa de Anakena, donde desembarcaron los primeros pobladores polinesios. Con sus palmeras se asemeja a una playa caribeña pero sin faltar sus plataformas de moáis Nau Nau.
Y de aquí al residencial a recoger las maletas y proseguir nuestro viaje, cansados pero admirados y contrariados por la ceguera del gobierno chileno que no sabe apreciar la joya que tiene con la Isla de Pascua, como dice el dicho: Dios da dientes al que no quiere comer.